No se lo cuente a nadie... ¡Le llevamos fuera de los caminos trillados para que descubra tesoros a menudo desconocidos!

1. El puente «romano» de Rieux-en-Val

A este puente peatonal del siglo XII se llega desde el pueblo por un agradable camino que discurre junto al arroyo, o bien directamente por la carretera que lleva a Lagrasse.
¿Sabía que este puente sirvió de decorado para la película «El milagro de los lobos» de 1961 con Jean Marais?
Encontrará más puentes en Val de Dagne en Monze, Villar y Labastide en Val.


2. El jardín de inspiración medieval de Saint-Martin-le-Vieil

Este jardín de piedra seca realizado en 2012 recuerda el rosetón perdido de la abadía de Villelongue y utiliza el lenguaje simbólico del jardín en las iluminaciones medievales. Adornado con especies de plantas locales, medicinales y aromáticas, y dominado por dos torres medievales, el jardín invita a relajarse y a la contemplación... Como toque poético, un pájaro de hierro forjado le conduce por las callejuelas del pueblo hasta el jardín.

3. El emplazamiento de Notre-Dame du Cros en Caunes-Minervois

Al este del pueblo, a los pies de las canteras de mármol rojo, se encuentra la capilla de Notre-Dame du Cros, cuyos orígenes se remontan al siglo VI. Según la leyenda, una pastora vio brotar un manantial al pie del precipicio y dio de beber de sus aguas a su hijo enfermo, que se curó al instante. Desde entonces, se dice que el manantial es milagroso.
Los amantes de la naturaleza quedarán encantados con este fresco desvío. Más abajo de la capilla se encuentra el manantial, un prado, mesas para pícnic bajo la sombra de grandes árboles, un desfiladero rocoso, que es un auténtico cañón, y paredes para escalar.

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4. El parque del castillo de Pennautier

Un paseo de lujo por los extraordinarios jardines, salpicado por árboles poco comunes, pasillos delimitados por boj y pinos y cedros bicentenarios. El parque de 30 ha se abre directamente a los viñedos y bosques, donde los caballos pacen tranquilamente.
Estos jardines son una mezcla de estilo «francés», diseñado por André Le Nôtre, y de estilo «inglés» del siglo XIX, con sus ruinas y jardines de rocas. ¡Conforman un lugar y un momento atemporales!
Información práctica
Parque accesible por libre y de forma gratuita de 10:00 h a 17:00 h / Distancia total 1,7 km
Se aceptan perros con correa / Cerca se encuentran la bodega del castillo y el restaurante La table du château (menús para llevar el fin de semana)
Visitas guiadas del castillo los miércoles y sábados a las 11:00 h, de mayo a mediados de septiembre / adultos: 9 € niños: 5 €


5. Los bénitiers de Floure

En el monte Alaric, la extraña forma de estas piedras calizas de principios de la era terciaria les ha valido el nombre de «Bénitiers» (pilas de agua bendita). Son toda una curiosidad geológica. El agua se introdujo por las fisuras, se congeló y rompió la base de la roca, dándoles esta forma.
Dos bénitiers forman una ventana y ofrecen unas vistas panorámicas de la llanura: ¡es el lugar perfecto para tomar una foto!
Para llegar desde Floure, tome la carretera que lleva a Monze. Después de pasar por encima de la autopista, al terminar la primera curva, salga a la izquierda, en dirección al río La Bretonne. Después de cruzar el puente, continúe todo recto y, tras veinticinco minutos de subida, llegará a los bénitiers. Estos se encuentran en la GR 36, en dirección a las ruinas de Miramont.

6. El pueblecito de Aragon

Aragon ofrece una imagen de tarjeta postal. Viniendo por la carretera de Pennautier, en la cima de una colina, se despliega a los pies el pueblecito de Aragon, que sobresale de entre los viñedos. Está construido de forma escalonada, coronado por la iglesia Sainte-Marie, como si de un faro se tratara.
Pasee por las callejuelas escarpadas y descubra el jardín medieval y la zona de piedra seca. Disfrute de miradores únicos, con vistas a una naturaleza protegida. En lo alto del pueblo puede visitar la iglesia de Sainte-Marie, de estilo gótico medieval, y contemplar la decoración del techo pintado, el jardín y sus estelas discoideas. Recorra los senderos para descubrir las «capitelles», cabañas de piedra seca. Los más deportistas podrán subirse a su bicicleta de montaña para pedalear por alguna de las numerosas rutas del mayor club de Francia.

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7. Árboles extraordinarios

Contemple algunos árboles extraordinarios, ya sea por su edad, su tamaño, sus formas, su pasado e, incluso, por sus leyendas. Cuentan con la etiqueta «Arbres Remarquables» (árboles notables), otorgada por la asociación francesa A.R.B.R.E.S

Montolieu

Moussoulens

Caunes-Minervois

Villesèquelande


8. El puente del Izoule en Montolieu

Puente medieval del siglo XI o XII, que destaca por sus tres arcos, diseñados para resistir a las crecidas del río Alzeau, que baja de la Montaña Negra. El torrente puede llegar a alcanzar varios metros en crecidas excepcionales.
Este pequeño puente fue esencial para acceder al pueblo de Montolieu durante toda la Edad Media y la Edad Moderna. No fue hasta el siglo XVIII cuando dejó de utilizarse, tras la construcción del actual puente de Saissac, que permitió terminar con el aislamiento del pueblo.
El puente se encuentra a 30 minutos andando desde el centro del pueblo, pero también puede llegar hasta él tomando un desvío de la ruta «Les Moulins de la Dure», de 6 km.


9. Dolmen de las hadas y cementerio visigodo

El dolmen des Fades (de las hadas) se erige sobre un cerro plantado de pinos, en un lugar llamado «mourel de la fados», al norte de Pépieux, en la región de Minervois. Está considerado como el mayor sepulcro dolménico del sur de Francia. El monumento está formado por una larga galería megalítica de 24 metros de longitud, dentro de un túmulo de unos 35 metros de largo.

A la necrópolis visigoda se llega caminando, saliendo de Villarzel Cabardès. Este pequeño cementerio con 42 tumbas, testigo de la ocupación visigoda del lugar desde el siglo V hasta el VII, se encuentra en un monte de pinos y fue descubierto en 1967 por Claude Journet. Las tumbas de losa, especialmente las de los niños, no están muy decoradas. Uno de los sarcófagos descubiertos contenía joyas y una botella de vidrio, que pueden verse en el museo del pueblo.